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La transmigración de los cuerpos, de Yuri Herrera

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Por Miguel Ángel Hernández Acosta.

En México comienzan a descubrirse a algunos lectores-escritores que se nutrieron de la literatura de Daniel Sada. Uno de ellos es Yuri Herrera (Actopan, 1970), quien en su novela La transmigración de los cuerpos utiliza una narrativa similar a la rural de Sada, pero en un contexto diferente: la ciudad. El desierto que era rellenado con el lenguaje sadiano, ahora nutre esta ciudad (también desierta a consecuencia de una epidemia) y provoca que Alfaqueque sea un personaje que hechiza con el lenguaje, al igual que el narrador de esta tercera novela del hidalguense: “Ella no lo necesitaba, ella era chapeada y graciosa sin necesidad de sulivella, pero también se lo empinó”, dice el narrador. Y luego arremete con un: “él dejó que su lengua fiesteara como fiestea la lengua cuando no le piden verbo”.

Este libro es una celebración al lenguaje, pero en ello está su mayor riesgo. La historia es la de Alfaqueque, un hombre que debe arreglar un pleito entre dos familias, a quienes se les ha muerto un integrante y que culpan a la rival de dicho fallecimiento. A la par, Alfaqueque enamora a la Tres Veces Rubia… No, no enamora: “cachondea” a la Tres Veces Rubia y consigue acostarse con ella aún sin tener un condón a mano (un motivo que resurgirá varias veces en la novela). Para resolver el conflicto entre las familias enemigas Alfaqueque deberá acudir a un submundo en el que parece siempre se desenvuelve, y donde Vicky y el Ñándertal lo auxiliarán a bordo de un Volkswagen.

Hay una constante por encasillar a Herrera en la llamada “literatura del narco”, tal vez porque el protagonista de su primera novela, Los trabajos del reino, servía a un narcotraficante. Clasificarlo de esta manera, sin embargo, es reducir una literatura que se adentra en las profundidades de los vicios humanos a una temática realista y mediática. En este libro no hay narcos, no hay artistas con mecenas narcotraficantes, tampoco hay bandas que engañen a los mexicanos para cruzar al otro lado. Hay personajes que se ubican en un mundo lejos de una simple caracterización temática.

El lenguaje en ocasiones logra una profundidad de sabio. Por ejemplo: “Por eso es que nos hacemos enemigos de nuestros amigos en cuanto empezamos a separarnos de ellos, pensaba, porque ahora sí sus defectos son sólo suyos, no como cuando son defectos compartidos”. Sin embargo, hay otras veces donde un recurso lingüístico resulta excesivo: “Quizá también por eso eran tan afectos a las buenas formas, buenosdiar y comolevar y primerodiosar y muyamabliar todo el día, para poner distancia.”

La transmigración de los cuerpos es un buen libro y los peros sólo surgen porque se trata del mismo autor de la gran novela Señales que precederán el fin del mundo (en otros autores estos pasarían desapercibidos). La de Yuri Herrera no es una narrativa imitando al maestro, sino que retoma una forma literaria y explora sus propios demonios. En Señales que precederán el fin del mundo mostró al gran narrador que es. En esta novela, de anécdota sencilla, asoma la cabeza el escritor que empieza a definir un estilo propio.

Herrera, Yuri. La transmigración de los cuerpos. España: Periférica, 2013.


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